VENGANZA Y PERDÓN
Todos sabemos en la teoría que la venganza no trae nada bueno, que a lo sumo puede producir una satisfacción momentánea, pero a la larga no es la mejor solución. La venganza, como la violencia, engendra más venganza, produciendo un círculo interminable de daño y dolor donde todos terminan vengándose de alguien. Podríamos hablar bonito del perdón y del olvido, pasar de puntillas sobre la venganza, obviando el poder que tiene para influenciar nuestras emociones y el terrible daño que conlleva movidos por su sed; pero no lo haremos. No es tan fácil resistirse cuando somos nosotros los que recibimos en carne propia el agravio, la ofensa o la agresión, y dependiendo de su magnitud, puede surgir el deseo de venganza. Un deseo que saca a relucir lo peor de nosotros, el odio y el resentimiento, que nos pone a la misma altura de quien nos ha ofendido y que nos llena de un insano rencor que nos carcome por dentro deseando obtener una satisfacción. Los pequeños agravios como una fa