El ser humano se compone de tres estructuras: cuerpo, mente y espíritu. Es simple. ¿Por qué complicarlo? Cuando algo parece complicado es porque lo es, y el ser humano es simple y sencillo. El espíritu habita en el cuerpo y se relaciona con el exterior a través de la mente. Ese espíritu forma parte del espíritu universal. No hay separación. Cuando se está en conexión consciente con el mundo interior se experimenta este principio universal y surge la vida que todos somos. Es cuando existe desconexión con nuestro interior que se comienza a vivir en un caos generado por la mente. Entonces, todo parece muy complicado. Pero, ¿lo es? En el intento de responder a esa pregunta podemos observar a nuestra mente en acción. La desconexión con nuestro ser se produce al identificarnos con la mente. ¿Cómo recuperar lo que nunca hemos perdido, sino que tan solo hemos olvidado? Ante todo, se hace necesario regresar a la simplicidad. Es posible iniciar el trabajo por cualquiera de las tre
Hay un período cuando los padres quedamos huérfanos de nuestros hijos. Es que los niños crecen independientemente de nosotros, como árboles murmurantes y pájaros imprudentes. Crecen sin pedir permiso a la vida. Crecen con una estridencia alegre y, a veces, con alardeada arrogancia. Pero no crecen todos los días, crecen de repente. Un día se sientan cerca de ti y con una naturalidad increíble te dicen cualquier cosa que te indica que esa criatura de pañales, ¡ya creció! ¿Cuándo creció que no lo percibiste? ¿Dónde quedaron las fiestas infantiles, el juego en la arena, los cumpleaños con payasos? El niño crece en un ritual de obediencia orgánica y desobediencia civil. Ahora estas allí, en la puerta de la discoteca esperando no sólo que no crezca, sino que aparezca. Allí están muchos padres al volante esperando que salgan. Y allí están nuestros
"En tiempos de paz, mientras Pericles estuvo al frente del Estado, lo gobernó sabiamente, (...) Gracias a su autoridad, a su inteligencia y a su reconocida integridad pudo respetar la libertad del pueblo a la par que lo refrenaba. En vez de dejarse dirigir por el pueblo, él lo dirigía; puesto que nunca había buscado el poder por medios ilegítimos, no necesitaba halagarlos; de hecho, gozaba de un respeto tal que podía hablarles duramente y contradecirlos. Siempre que los veía ir demasiado lejos en una actitud de insolente confianza les hacía tomar conciencia de sus peligros; y cuando estaban desalentados sin motivo importante les devolvía la confianza. De este modo, bajo el nombre de democracia, el poder estaba realmente en manos del primer ciudadano." Tucídides. "Historia de la Guerra del Peloponeso", Libro II. -- «Un ser vigoroso, construido sólo por eso para recibir mejor impresiones de vicio que impresiones de virtud, encontrará la felicidad mucho me
Comentarios
Publicar un comentario