EXPECTATIVAS
Cada vez que pretendemos que alguien mejore interferimos nuestro proceso de contacto interior, y por lo tanto el ajeno. Primero, porque solo está activa la ilusión de una máscara del ego que "quiere", que los demás estén como "nosotros queremos que estén", sin tener en cuenta las necesidades últimas de cada cual, que inevitablemente coincidirán con una sensación inconsciente sobre lo que consideramos que "debemos mejorar", en el fondo, nosotros. Es decir, queremos que los demás se adapten a nuestro mapa sobre lo que sería "estar bien", que es justo lo que quisiéramos para nosotros y por el momento sentimos lejos de conseguir. Es más fácil pretender que lo consigan los demás. Segundo porque, tratándose "de los demás", que ya sabemos que son una entidad tan independiente como cualquiera, no tenemos "ni pajolera idea" de lo que supone estar mejor o peor, teniendo en cuenta que cada quien lleva su proceso sujet