FRAGMENTOS DE EL PRINCIPITO
Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, desde las tres yo empezaría a ser feliz.
Las personas mayores nunca pueden comprender algo por sí solas y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones.
Es una locura odiar a todas las rosas porque una te pinchó. Renunciar a todos tus sueños porque uno de ellos no se realizó.
A los mayores les gustan mucho las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan cosas esenciales como: “¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? o ¿Si le gusta o no coleccionar mariposas?” En cambio preguntan: “¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?” Solamente con estos detalles creen conocerle.
Si alguien ama a una flor de la que sólo existe un ejemplar entre millones y millones de estrellas, es suficiente mirar al cielo para ser feliz pues puede decir satisfecho: “Mi flor está allí, en alguna parte…”
Todas las personas mayores fueron al principio niños, aunque pocas de ellas lo recuerdan.
Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya.
Al primer amor se le quiere más, a los otros se les quiere mejor.
Fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante.
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