Diálogo entre Hipatia de Alejandría y dos de sus alumnos

Diálogo entre Hipatia de Alejandría y dos de sus alumnos, un neoplatónico (N) y un cristiano (C), a la salida de clase.

Hipatia.- ¿Os ha quedado alguna oscuridad en lo que hemos hablado hoy?

N.- Muchas oscuridades me quedan a mí, maestra Hipatia, y estoy seguro de que también a mi compañero, aunque la incomparable luz de tus palabras hace cuanto puede por disiparlas… Pero no nos hemos quedado a quitarte algo más de tu valioso tiempo. Es por otra cosa…

Hipatia.- Decidme.

N.- Hipatia, tus amigos tememos cada vez más por tu vida. No nos gustaría que siguieses el camino que alguna vez siguió Sócrates …


Hipatia.- ¿A qué viene tanto temor? Tengo buenos amigos, tanto en el poder como entre los cristianos. Todo este jaleo es cosa de ese estúpido Cirilo, que alienta a sus monjes y a la masa fanática e ignorante.

N.- Las religiones, sobre todo esta que se ha hecho con el poder, presumen de nacer del corazón de esa masa ignorante y, por ello, manipulable e inflamable… Y crece como un mar de fuego subterráneo que resquebraja los templos de Grecia. ¡Recuerda que ya ardió la biblioteca del Serapeo!

C.- ¡Pero eso fue cosa de la chusma, no de auténticos cristianos! Los cristianos nos avergonzamos de que se nos identifique con algo así. Ahora bien, Hipatia, ¿por qué no haces caso a nuestras recomendaciones y… te conviertes? ¿Qué puedes defender en el paganismo? Cuando nombras a los dioses, a Hera, Deméter, Cronos… todos sabemos que lo haces figuradamente, porque no puedes, nadie puede creer en eso.

N.- ¿Y sí puede creerse en los mitos de tu Iglesia, en un hombre al que se toma por hijo del Dios, que cura endemoniados y camina por las aguas…? ¡Por Zeus, chusma ignorante!

C.- Todo esto lo prueba la fe. He ahí el milagro. Pero ya ninguna fe alienta bajo los dioses paganos, ni en realidad lo hizo nunca.

N.- ¡Ciertamente, parece un milagro que personas inteligentes como tú hayan pasado a hablar como hablas! No hubiera dado crédito, de no verlo. Aunque existen otras explicaciones: el miedo y el sometimiento: eso es lo que atenaza vuestras mentes.

Hipatia.- (tras un largo silencio) Os diré lo que pienso. En efecto, el mundo griego está muerto: subsiste moribundo, mientras otro mundo comienza a nacer. Como toda criatura de corta edad, la nueva civilización carece de la capacidad adulta de razonar, solo sabe imaginar y solo ansía crecer, como si no existiese en el mundo más que ella. Devora ciegamente cuanto alcanza y destruye cuanto ignora. Estoy de acuerdo contigo, Marcos, en que nosotros, los que pertenecemos a Grecia, estamos muertos. Pero vosotros os engañáis si creéis que vuestras razones, todas ellas tomadas… no diré robadas… a los griegos, dominarán ese río que crece. Caerán las bibliotecas, una tras otra, Porque cuando un grupo de personas es capaz de creer que un único libro es dictado directo de Dios, lo natural es que vea en todos los demás libros o bien enemigos o bien libros innecesarios, y que en ambos casos deben arder. Pero la filosofía griega fue precisamente la cura contra eso. El Logos no dicta un solo libro, los dicta todos y ninguno, porque tampoco ninguno está exento del error humano y ninguno, por tanto, puede ser enarbolado fanáticamente.

C.- Sí, los cristianos estamos creando un mundo nuevo. Pero ¿tiene un mundo nuevo que matar a aquel que, según mi opinión, es su madre? Querida maestra, permíteme que sea franco: veo latir en tus palabras la soberbia humana de creer que no necesita nada superior a su entendimiento.

N.- En tus labios lo que late es la humillación del hombre… ante otros hombres que se consideran iluminados.

C.- Pero no quiero tu mal. Por favor, y retírate cuanto puedas de la vida pública. Entrégate a tus libros y seguramente vivas en paz.

Hipatia.- ¿Me aconsejas lo que aconsejaba Critón a Sócrates? ¿¡De tan poco nos ha servido el cultivo de la filosofía, y tan poco ha logrado hacer al menos la fe en ti!? ¿Y tú, dices lo mismo?

N.- Ciertamente, iba a decir lo mismo, y ahora me avergüenzo, sin que me abandone el temor por ti.

Hipatia.- Si hemos de morir, moriremos. Lo peor no será nuestra muerte. ¿Valdrá la pena vivir cuando los textos de Platón, Aristóteles o desaparezcan?

Hipatia de Alejandría fue una genial filósofa y científica de la época helenística de Grecia. Gozó de un gran respeto intelectual, tanto por parte de griegos paganos como de cristianos. Pero fue asesinada y descuartizada, casi con toda seguridad, por intrigas del patriarca Cirilo. Años antes, ella había visto arder la biblioteca del Serapeo, que ella misma dirigiera. A Hipatia se la ha convertido en símbolo del espíritu científico frente a la religión. Esta es una visión un tanto simplificadora, pues Hipatia no solo estaba interesada en la matemática y la astronomía, sino también en las filosofías de corte más místico. Seguramente es más correcto verla como el espíritu racionalista ecléctico del final de la civilización griega (del “paganismo”) frente al cada vez más arrollador nacimiento de una nueva civilización, la cristiana europea (y, después, la islámica), en la que la religión poseía el control de las ideas y de la política, hasta convertir a la filosofía y la ciencia en siervas de la teología. El asesinato de Hipatia, como los incendios de las bibliotecas de Alejandría, representan la muerte de la civilización griega a manos del nuevo espíritu religioso de las llamadas “culturas del libro”.

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