TRAICIÓN Y LEALTAD
Dice un proverbio chino: “Es fácil esquivar la lanza, mas no el puñal oculto”.
La sola mención de su nombre produce tanto rechazo como desprecio, pues sus efectos han dejado honda huella en la historia, siendo la traición grabada a fuego y temida como aquella acción que cambió el curso de los acontecimientos. Basta mencionar la conocida traición de Judas Iscariote hacia Jesús o la de Bruto con Julio César.
La traición se puede definir como aquella falta que quebranta la lealtad o la fidelidad que se debe guardar hacia alguien o algo. Consiste en renegar, ya sea de palabra o de acción, de un compromiso previo de lealtad, compromiso que a menudo lleva aparejada una relación de confianza y afecto mutuo.
Indudablemente la traición no solo puede producir un cambio radical de los acontecimientos cuando el objeto de la relación resulta dañado con el engaño, sino que además suele venir acompañado de un quebranto que deja una herida profunda al verse traicionada la confianza y los lazos afectivos. Cuando un ser humano deposita su confianza en otro, sea por una relación laboral, afectiva o de común propósito, y este otro actúa de manera contraria a la esperada y le hiere, la traición ha sido consumada, pues generalmente va acompañada del engaño con el abuso de la confianza.
Una de las manifestaciones más comunes de la traición es la infidelidad, que viene a fracturar cualquier relación construida a base de confianza, de momentos compartidos y de suma de esfuerzos en un propósito común. La falta de lealtad, de respeto y consideración dejan un hondo pesar cuando se rompe el delicado equilibrio y la profunda decepción se clava como profunda herida.
La traición se puede puede producir por diferentes motivos, pudiendo ser éstos la ambición, el poder o la envidia. Pero no siempre es así, sino que a veces no hay una intención clara de hacer daño y se puede traicionar de forma involuntaria: por torpeza, por debilidad, egocentrismo o inconsciencia; siendo contadas la veces que el ser humano traiciona por pura maldad. Lo que ocurre es que la lealtad y la fidelidad son virtudes que han caído en desuso hoy en día, siendo más propias de damas y caballeros de la época medieval, cuando la palabra dada significaba algo y el compromiso adquirido libremente era considerado sagrado, era una cuestión de honor.
Actualmente, bien se han encargado de denostar estas cualidades de fidelidad, honor y lealtad que vienen a representar la consciencia del Ser Humano, sus principios y valores, aquellos que fortalecen la esencia y le otorgan dignidad. Antes, por el contrario, se ha popularizado el pensar cada uno en sí mismo y la competitividad, la desconfianza como regla de vida y el egoísmo como método de supervivencia, lo que contribuye claramente a la división y al enfrentamiento, al aislamiento y a la soledad.
Lo primero que necesitamos es unificar nuestros yoes para que el ego quede bajo la autoridad del Ser, pues sin un centro de gravedad formado cualquier distracción o deseo que se nos cruce nos puede sacar del camino y somos nosotros los que resultamos traicionados. Necesitamos Amor hacia nosotros mismos y los demás, pues quien ama no traiciona, sino que procura su bienestar.
La traición empieza por uno mismo cuando no somos capaces de amar, cuando dejamos de mantener nuestra intención y propósito, cuando decimos una cosa y hacemos otra, cuando nos boicoteamos por nuestra falta de responsabilidad, compromiso y lealtad.
Lealtad es el sentimiento de respeto y fidelidad por los propios principios morales, a los compromisos establecidos o hacia alguien en particular, sea éste un amigo, un compañero, un superior o la persona amada. Está relacionada con el honor y con el deber, es decir, con aquello que nos hace dignos y verdaderos, alguien con quien se puede contar pues sabes que estará a tu lado.
Pero, como siempre, la cuestión más importante es la que se gesta en nuestro interior, pues es conociéndonos a nosotros mismos como descubrimos quiénes somos en realidad. Y si somos capaces de ser leales a nuestros propios principios y valores, a nuestra esencia, a nuestro Ser, entonces será fácil proyectar esa misma lealtad hacia los seres queridos y el prójimo en general, de manera que el engaño y la traición no sean una opción válida, pues quien traiciona a quien bien te hace y te quiere, en realidad a sí mismo se traiciona.
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