La libertad no se pide

Cuentan que un rey tenía un pajarito que podía hablar en una jaula. El rey amaba este pajarito porque era el único ser con el que conversaba. Un día, conversando con él le dijo: —Yo soy el rey y te regalo el deseo que quieras. —Lo único que quiero es mi libertad —le dijo el pajarito. Pero el rey le explicó que ese deseo era imposible, que él era su único amigo y que no pensaba liberarlo. 

Pasó el tiempo y un día en el que el rey se iba de viaje le dijo a su pajarito: —Estoy viajando, ¿quieres que haga algo por ti? —Sí, mi rey. Quiero que, cuando esté en medio del campo, grite a todas voces que el pájaro que habla está encerrado en su casa —comentó el pajarito. Al rey le pareció muy extraño su pedido, pero accedió a hacerlo. Cuando el rey estuvo en el medio del campo, gritó mirando al cielo el pedido de su amigo encarcelado. Luego de hacerlo, un pájaro cayó al suelo y quedó inmóvil. El rey no entendía lo que pasaba, por qué había muerto un pájaro. Luego cayó otro y otro, y así cayeron más de diez. El rey pensó: «¿Será posible que estén muriendo de pena?». Cuando el rey regresó a su palacio, le contó con tristeza a su pajarito lo ocurrido en el campo. Le contó que apenas había gritado cayeron muertos diez pájaros. Al terminar de contar la historia, el pajarito cayó al piso inmóvil. El rey no entendía lo que pasaba. Miró hacia la jaula y vio a su mejor amigo muerto. Abrió la jaula y lo puso en la cornisa de la ventana. Cuando tenía lágrimas en sus ojos, el pajarito se levantó y voló hacia su libertad aterrizando en un árbol cercano a la ventana. El pajarito le dijo al rey: —Sin saberlo, me mostraste la forma de escapar de tu prisión, pero lo más importante que he aprendido hoy es que la libertad no se pide, la libertad se toma. 
Cuando los padres dan una formación controlada, «encarcelan» a sus hijos en un prisión como el pajarito en la jaula. Algunos hijos reaccionan como el pájaro y se rebela tratando de buscar su libertad, muchas veces de una forma equivocada. Otros hijos se quedan en la «cárcel» toda la vida, esperando que sus jefes, esposo(a) o amigos sean con troladores con ellos y les digan lo que tienen que hacer. 

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